El libro más bello, el cuadro más afortunado, la obra más profunda, no son los que afirman sino, más bien, los que sugieren. En efecto, es imposible comunicar un sentimiento de arte si no es por la sugestión, que permite un trabajo de reconstitución personal y duradero.
Sólo el amor, el genio y la santidad saben acercarse a la madre universal, y la iluminación es lo que les hace reposar en ella.