El artista dotado de verdadera personalidad, sólo es comprendido y alentado por los hombres de su generación, las generaciones siguientes le considerarán y honrarán, o bien lo eliminarán brutalmente si ha falseado para complacer a los mediocres de su época. El artista que permanece fiel a sí mismo no ha de esperar nada de sus mayores, ya sean aficionados, marchantes, críticos, artistas o literatos, pues la expresión de una época sólo es reconocida por los hombres de la misma generación. Cuanto más lejos vea un artista, menos ayudado será por sus contemporáneos pero más festejado por las generaciones posteriores.