Sólo puede ser útil si se da en el artista que posee el don natural de la sensibilidad…
Pero el abandono sólo fructifica tras largas disciplinas, ascesis fecundadoras; ahí reside el divino secreto de la gracia, del amor y del conocimiento operativos. Ahí está la vía real que conduce a la identificación con la infinitud del Ser. Ahí se encuentra la riqueza inundante, la inagotable prodigalidad, la plenitud del poder creador y la experimentación viva de la libertad y de la gratuidad divinas, ya que los esponsales del cielo y la tierra, como la unión de los místicos, no son palabras vanas.
Evidentemente, en tal comportamiento no puede subsistir ninguna artimaña, ninguna bajeza, ninguna restricción, ninguna voluntad de violación o de sistematización. Se necesita una audacia inigualable para entregarse despojado de esa manera a la marea monstruosa de la vida movediza. Se precisa la facultad de un don inaudito, una generosidad única y loca. Hay que ser claramente insensato según el mundo vulgar de los humanos, anclados en los límites de su piel.
“Sumergido por los dones, como una tierra prometida / abrevada de inocencia, / Me entrego a quien desenreda mi noche, / Y mi corazón se decanta en el reposo, y luce.” (Poèmes de la Résonance).
“El artista sólo conoce el cielo y la tierra; la ciencia, la moral y la política de los hombres le aburren y le matan.”(El Mensaje Reencontrado)