10/09′. Todo lo que es molesto y complicado no es de Dios. Pero la buena voluntad utiliza lo mejor posible todo lo que se presenta, sin discutir ni juzgar temerariamente la vida que todavía está velada.
13/46′. […] La buena voluntad en Dios utiliza lo mejor posible todo lo que se presenta, pero no desea nada. Es como la atención muy sostenida en medio de la más perfecta quietud
15/08′. La buena voluntad en Dios es lo que nos salva de la muerte y la buena voluntad en nosotros mismos es lo que nos precipita en ella. En efecto, si bien ambas son ciegas, la primera, sin embargo, es guiada y se vuelve receptiva y organizadora, mientras que la segunda es errante y se vuelve anárquica y destructora.
18/43. ¿Quién tendrá la inteligencia de escuchar en sí mismo la voz del Altísimo y quién tendrá la sabiduría de conformarse a ella? Ese verá que la mayor sumisión a Dios engendra la libertad perfecta en este mundo y en el otro. La buena voluntad en Dios no violenta nada, ni siquiera a uno mismo. La buena voluntad en uno mismo lo violenta todo, incluso a Dios. «¿Quién desnuda la almendra y quién hace germinar la simiente? ¿Acaso no es el espíritu del Señor todopoderoso? ».
19/30′. La buena voluntad en Dios nos libra de las coacciones del mundo, ya que nos permite entender la enseñanza del Señor y suscita la acción de su Providencia oculta.