08/47-48′. La naturaleza está profundamente sepultada en la tierra y altamente situada en el cielo, pero existe un lugar particular donde está más oculta y más evidente que en parte alguna. Hay aquí una gran perdición para los astutos, pero también una gran recompensa para los corazones sencillos y desapegados.
04/96′. Nuestra vida está eternamente preñada de Dios. ¿Quién le hará aparecer antes del término de la muerte y de la resurrección del gran mundo? «La naturaleza liberará la naturaleza y el niño misterioso nacerá de la única Madre».
La naturaleza celeste reunida con la naturaleza terrestre forman pues la única Madre capaz de dar a luz al hijo misterioso .
07/57′. La naturaleza oculta será liberada, depurada y magnificada hasta su origen divino para convertirse en la esposa del Señor magnífico.
38/19′. Nuestra fe radica en la certeza de la naturaleza divina encarnada en la carne del mundo. Nuestra fe se nutre de la esperanza de reencontrar esta naturaleza divina sepultada en el pecado de muerte. Nuestra fe se anima por la efusión del Espíritu Santo que fecunda la naturaleza divina y así nos rehace hijos de Dios, a imagen de Dios mismo.
03/101. El más grande entre los hombres es quien puede concordar la enseñanza de la naturaleza con la de los libros santos para hacer una sola cosa.
39/50-51. Dios nos ha dado el Libro de la naturaleza , ¡pero no lo hemos leído! Nos ha enviado al Señor para deletreárnoslo, ¡pero no le hemos oído! Ha realizado ante nosotros el misterio de la encarnación y el de la resurrección, ¡pero no los hemos visto! Si nos imprime su vía blanco sobre negro ¿la percibiremos, la estudiaremos y la seguiremos? O bien, ¿diremos que tampoco la hemos recibido?