Montaña

01/ 28′. La montaña se ríe del viento, pero recibe el agua y el fuego que la fecun­dan.

03/57′. La nube que vuela por encima de las montañas anida en las cavernas de la tierra, donde incuba la única claridad.

21/30′. El pequeño guijarro de Dios vale infinitamente más que todas las montañas de la tierra y que todas las nubes del cielo. ¿Quién lo descubrirá antes de que el velo se desgarre sobre la creación oculta?

07/46′. El sabio es como una pepita de oro oculta en una bolsa de sal, que está encerrada en una montaña de piedra ergui­da en medio del desierto.

21/30. Basta con un ascua para inflamar una montaña de combustible, como basta con un santo para hacer germinar una multitud de creyentes, así también, basta con un sólo Hijo de Dios para renovar y salvar la creación exiliada.

29/30. ¡Extraña cosecha, en la que debemos buscar una a una las espigas de buen grano ahogadas en los campos de cizaña! ¡Extraña búsqueda, en la que debemos reunir algunos granos de oro perdidos en la montaña de arena muerta!

08/56′. El Sabio se glorifica únicamente de estar en Dios, es decir, que reposa y calla lo más a menudo posible, ya que la unión de los hombres en Dios sólo puede realizarse sobre la montaña santa en la unidad del silencio que reposa.

24/ 11. ¿Cuántos se retiran a la montaña santa a fin de conocer al compañero imperecedero, al amigo indefectible, al Único Señor del cielo que da la vida sin mezcla?

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